El Parque Arqueológico del Cerro de San Vicente guarda en sus entrañas secretos ancestrales que susurran la historia del origen de la ciudad de Salamanca. Fue calificado como un auténtico “paraíso” puesto que contenía todo lo que desearían sus primeros habitantes. Un lugar elevado, con vistas espectaculares que beneficiaban su defensa, próximo al río, y con importantes recursos naturales. Las excavaciones aquí han desenterrado detalles fascinantes sobre las primeras comunidades que habitaron la zona. Gracias a la arqueología, hemos podido vislumbrar sus viviendas, entender mejor sus modos de vida y descubrir sus sistemas de creencias y prácticas de veneración. Este sitio no solo nos conecta con los orígenes de Salamanca, sino que también nos permite apreciar la evolución de sus primeros asentamientos.

En el Cerro de San Vicente, las leyendas cobran vida, murmuran los ecos de los antiguos pobladores de este sitio arqueológico. Desde lo alto, donde las estructuras defensivas pre-romanas ofrecen vistas panorámicas, se percibe una Salamanca que respira historias de conquistas y reconquistas. Allí descubrimos la I Edad del Hierro y la Cultura del Soto de Medinilla. Las laderas del Cerro, vestidas con la flora que hacen de ella un auténtico botánico, complementan este sitio, con sus senderos como líneas que conectan puntos en un mapa estelar, invitando a perderse entre sus misterios arqueológicos.

El Cerro de San Vicente no solo es un testigo de los orígenes de Salamanca, sino también un punto de conexión entre diferentes épocas. Aquí, el primer monasterio de Salamanca y sus huertas nos hablan de la vida monástica y su evolución a lo largo del tiempo. Ese monasterio pasó a ser un convento y luego un importante colegio de los benedictinos. Es la historia viva que se enlaza perfectamente con los hallazgos arqueológicos, ofreciendo una narrativa continua que abarca desde las primeras comunidades hasta las instituciones educativas religiosas de la Edad Media.